Nos había dicho la enfermera que podía levantar fiebre.
Pero a la tarde empezó a subirle la temperatura y a llorar de una manera en que nunca había llorado. Estaba desesperada y profería alaridos lastimeros que partían el alma. Lilian sabía que eso podía suceder y no perdió la calma. Esa tarde no abrió la peluquería y se la pasó toda en la cama con la bebé.
Maricel, mi amor! Cómo sufriste y sufrimos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario